La pandemia ha supuesto tanto una adaptación de la intervención y atención de las personas que se encuentran en los programas de acompañamiento de la entidad, como en el día a día de quienes viven en el albergue y la red de viviendas de inclusión. Las medidas de prevención han sido desde el principio rigurosas, siempre adaptadas a los criterios definidos por el gobierno de España y Ministerio de Sanidad desde que el estado de alarma fuera declarado el pasado 14 de marzo.
Las personas en situación de sin hogar son uno de los colectivos de la población más vulnerable, y es por ello que su trabajo no ha cesado durante esta crisis. Las personas usuarias, de la misma forma, han decidido quedarse en el albergue y en las viviendas, dando muestra de solidaridad ciudadana y responsabilidad.
La convivencia en el albergue, con 50 plazas, era el desafío que se presentaba más complejo para garantizar la salud de las personas albergadas y seguir ofreciendo los servicios esenciales con la mayor calidad. Los espacios se han adaptado a las medidas preventivas: desde la adecuación de los espacios comunes a las distancias de seguridad, hasta una nueva distribución del comedor, donde se han establecido dos turnos de comidas para garantizar una distancia y aforo correcto. Se han adoptado todas las medidas de limpieza e higiénicas requeridas para el control epidemiológico, con un apoyo educativo a las personas usuarias con talleres dedicados a higiene, limpieza de manos y uso de mascarillas. Una medida de excepción adoptada ha sido la apertura de las habitaciones del albergue durante todo el día, para su libre uso y acceso.
La respuesta por parte de las personas atendidas ha sido excepcional, fomentando un ambiente de unión y superación con un compromiso para lograr el bien común. El equipo de profesionales ha elaborado un cuidado programa de actividades para ofrecer alternativas de ocio y tiempo libre. De este modo, el confinamiento se hace más llevadero, y de forma transversal se trabaja el impacto emocional que la alarma social puede tener en estas personas, que ya vienen con mucha carga en su historia de vida previa -muchas de ellas con patologías asociadas a salud mental y/o adicciones, que puede hacer más compleja la gestión de la tensión que supone esta situación de excepción. Desde juegos de mesa, hasta pasatiempos, una buena lectura o el visionado de una película de interés son algunas de las actividades que hacen que el aislamiento sea más liviano.
Gracias al acompañamiento y supervisión de las personas profesionales, que no han dejado de atender presencialmente y en algunos casos telemáticamente, ha hecho que el número de salidas de los recursos sean los mínimos. El apoyo de una enfermera, contratada para acompañar a todas las personas usuarias y personal de la entidad durante la crisis, ha aportado mucha tranquilidad con una supervisión especializada, sobre todo de aquellas personas con mayores riesgos por sus patologías de salud previas.
Uno de los éxitos de la gestión de la emergencia ha sido el acompañamiento más personal, desde una perspectiva cercana a la Espiritualidad, uno de los valores motor de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios. Encontrar espacios para la aceptación de la realidad e interiorización de todo lo que está aconteciendo es clave para la gestión emocional y tránsito del shock ante una situación de emergencia. Se han adecuado lugares para la reflexión y para la práctica de culto, con especial atención a las fechas de Ramadán coincidentes con el confinamiento. Todo esto ha estrechado lazos de unión, desde el respeto y aportando una mirada de esperanza hacia el futuro.
Las historias de superación, resiliencia y adaptación a la nueva realidad han sido muchas a lo largo de los más de 65 días que dura esta situación. Se ha hecho frente al aburrimiento y apatía con la mejor de las actitudes, ya que la gran mayoría de las personas albergadas se consideran afortunadas por poder contar con un recurso que es su hogar, un lugar de protección y cuidado. El confinamiento ha supuesto un parón en los planes de vida de muchas de las personas. Para un colectivo que siempre vive en la incertidumbre, no ha hecho más que incrementar su inseguridad. Sin embargo, historias de éxito ocurren, como la de un joven que está dentro de los programas de atención que se desarrollan, que encontró trabajo en medio de esta crisis sanitaria.
El trabajo realizado ha sido un éxito, ya que, a fecha de hoy no hay casos positivos por COVID 19 entre las personas que se encuentran en nuestros recursos residenciales. Es por ello que se sigue con todas las medidas de prevención y control de forma estricta para seguir garantizando la salud y bienestar de las personas atendidas, Hermanos, trabajadores y trabajadoras. La entrada en Fase 1 desde el lunes 18 de mayo, supone una mayor flexibilidad de movilidad. Sin embargo, desde Sant Joan de Déu se continuará con los registros de salidas para el control de los contactos minimizando el riesgo de contagio y garantizando todas las medidas preventivas.
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