El pasado 11 de diciembre se celebró en Valencia la I Jornada de Salud y Bienestar Psicosocial en el Contexto Migratorio, una iniciativa que emerge desde el estudio de investigación Bienestar y Salud Post Migración: Detección de Necesidades Psicosociales y Sanitarias, que se está llevando a cabo desde la Unitat de Recerca, Docència i Innovació del Parc Sanitari Sant Joan de Déu en Sant Boi, financiado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social (II IN 180803 EN 162 FA 01).

El efecto psicosocial de la inmigración se ha estudiado durante décadas en países históricamente receptores de personas inmigradas, como Estados Unidos. No obstante, la inmigración es un fenómeno relativamente reciente en nuestro territorio y, por tanto, la investigación en el ámbito de la inmigración y la salud es muy escasa y limitada. Para aportar nuevo conocimiento científico sobre el bienestar y la salud postmigración, en 2018 nació el proyecto de investigación MigraSalud, del Parc Sanitari Sant Joan de Déu. Se trata de una iniciativa de ámbito nacional —en colaboración con la Fundación Juan Ciudad i financiada por el Ministerio de Trabajo, Migraciones i Seguridad Social—, que comprende dos estudios y que tiene la finalidad de contribuir a la mejora de la sociedad y de las prácticas sanitarias actuales.

A partir de los datos recabados, relativos a la ciudad de Barcelona, el estudio permitirá profundizar en el estado de salud de la población migrada, estudiar los factores de riesgo y de protección que experimentan estas personas, conocer sus necesidades y adquirir la capacidad de pensar de forma crítica sobre los procesos migratorios y sus necesidades, y adquirir la capacidad de pensar críticamente sobre los mismos.

Desde Marzo de 2019, gracias a la vinculación al proyecto de Sant Joan de Déu València (SJDV), la Comunidad Valenciana ha entrado a formar parte de este estudio, que tiene el propósito de desarrollar un instrumento piloto que permita evaluar e intervenir sobre los factores de índole socio-sanitaria relacionados con el proceso migratorio y que, en definitiva, servirá para reducir los factores de riesgo y fomentar los factores de protección sobre la salud física y mental de las personas migrantes y refugiadas.

Durante la Jornada, las investigadoras del Parc Sanitari SJD, Paula Cristóbal y Amanda Lloret presentaron datos científicos esclarecedores que ponen en evidencia cómo los factores de riesgo, sobre todo premigratorios, y los relacionados con el contexto social, como la discriminación percibida, impactan en la salud mental de las personas migrantes. Apuntan también hacia la necesidad de un cambio de paradigma para la consecución de una sociedad más inclusiva.

La jornada estuvo repleta de reivindicaciones, reflexiones y también propuestas. Juan Manuel Rodilla, coordinador de programas de intervención social de SJDV, y Omar Ahmed, coordinador de operaciones humanitarias de Médicos Sin Fronteras, pusieron el foco en la dureza de las rutas migratorias e hicieron patente las “mochilas” que acarrean las personas que llegan a nuestro país.
Lamentablemente la odisea no termina con la llegada a España: una vez aquí, el sueño de una vida mejor se convierte en una carrera de obstáculos. Falta de apoyo, discriminación percibida, violencia institucional, barrera lingüística, choque cultural, trabas administrativas, Centros de Internamiento de Extranjeros, y así una larga lista de factores de riesgo, hacen que la salud de las personas migrantes y refugiadas se vea mermada.A través del relato, se visibilizó la necesidad apremiante de trabajar desde todos los estamentos (administración pública, tercer sector, sociedad civil) para favorecer la integración de las personas que llegan y se quedan a vivir en nuestro país, que son nuestros vecinos y vecinas. Se puso de manifiesto que la consecución de una sociedad inclusiva requiere de un esfuerzo bidireccional, tanto de quien llega como de quien acoge.

La jornada culminó con una mesa innovadora con cara de mujer, en la que cada ponente administró una píldora prescrita para la reflexión y el desarrollo de pensamiento crítico.
Abrió la mesa Javier Vilalta, director de ÁMBIT, desenmascarando un sistema diseñado para excluir, en el que existe una vulneración de derechos institucionalizada. Invitó a pasar a la acción y exigir responsabilidades y el cumplimiento de la normativa vigente. Malika Ouchitachen, activista marroquí de Valencia Acoge, con un discurso potente emocionó al público y dio un baño de realidad a través de su propia experiencia personal. Ana Sales, especialista en migraciones, completó la panorámica con aportaciones de un estudio desde dentro sobre las mujeres musulmanas en Valencia. Paloma Chen, periodista nacida en Utiel y mal llamada “migrante de segunda generación”, nos acercó a la comunidad China, a los hijos e hijas de migrantes de los años 80 y 90, que aunque nacidos en España se siguen enfrentando a estereotipos raciales, al choque cultural y a las limitaciones del llamado “techo de bambú”. La periodista y profesora de la Universitat de València-Estudi General  Lola Bañón, criticó la falta de representación mediática de las personas migrantes, señalando la responsabilidad de los medios en la creación de una imagen estereotipada que tiene consecuencias dañinas sobre la percepción social de las personas migrantes. El colofón final lo puso la paracadémica Elena Shliakhovchuk, que sorprendió al público presentando los videojuegos como herramienta de sensibilización y generación de empatía en las sociedades de acogida, así como de apoyo y superación de traumas en población refugiada.

Sant Joan de Déu València, dentro de sus programas de atención para personas en situación de sin hogar, dispone de un programa específico de atención integral para personas migrantes, en el que se acompaña el proceso migratorio de personas que además se encuentran en situación de sin hogar. Las trabas burocráticas para conseguir su documentación, como un certificado de nacimiento o un pasaporte suponen meses de gestión y espera. La precariedad laboral es más presente para las personas migrantes y más aún si no disponen de permiso de trabajo. La ausencia de red familiar y social, que conlleva a una carencia emocional, son algunas de las problemáticas que se atienden desde la entidad para favorecer una inclusión que garantice sus derechos sociales y humanos.